El caso es de un gatito llamado Hommer de menos de un año, que según sus propietarios se había tragado la tira de la bolsa del pienso unos días antes. Desde ese momento comenzó a vomitar varias veces al día y dejó de comer. Se realiza analítica sanguínea, donde destaca un leve hipopotasemia; y radiografías abdominales, donde no se observa obstrucción intestinal, pero sí imagen compatible con gastritis. Se decide realizar una endoscopia, teniendo presente que quizás tuviese que acabar haciéndose una laparotomía exploratoria. Con la endoscopia se visualiza el cuerpo extraño y se consigue extraer con pinza. En el estómago se observa gastritis antral difusa, y una úlcera traumática consecuencia del cuerpo extraño. El gato se despertó sin problema, y esa noche misma comenzó a comer sin presentar más vómitos.
En este caso, la endoscopia resulta una técnica óptima, ya que siendo minimamente invasiva, la recuperación del paciente es inmediata.
No hay un post-operatorio, y el tratamiento médico que se prescribe está destinado a tratar la gastritis y la úlcera, y no necesita de cuidados como los que recibiría después de una gastrotomía.
Esperemos que Hommer y sus propietarios hayan aprendido la lección, y no vuelva a tragarse nada que necesite la intervención del veterinario.
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miércoles, 20 de enero de 2010
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